23 de noviembre de 2015

Plantando semillas | Reflexión

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La tasa de natalidad en las principales ciudades del mundo cae abruptamente.
A esto se suma el bajo índice de matrimonios formalmente consumados.
Está comprobado que la capacidad de fecundación de hombres y mujeres; tienen un período acotado para no abordar riesgos de vida. ¿Y después qué? ¿Dónde están los compromisos?
Los deseos de las parejas suelen ser infinitos y para garantizarse una mejor calidad de vida, deciden trabajar ambos integrantes de la familia. Esta acción permite un efectivo desarrollo humano que maximiza su potencial de riquezas de todo tipo. 
Se abordan nuevos conocimientos que permiten replantearse la vida.

La fertilidad de proyectos e iniciativas para el crecimiento personal y comunitario no tienen edad ni límites. Más aún, suelen ser con la madurez que logran concretarse sin los riesgos precoces de la juventud.

Son desafíos que nos permiten lograr objetivos para la satisfacción individual y colectiva.

Logramos de ese modo exigirnos para conocer nuestras capacidades y que reconozcan nuestro logros. Para dar el ejemplo y dejar un legado.
Para ser más productivos y en definitiva retirarnos más felices y livianos de equipaje.

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