24 de enero de 2009

Despierta la energía interior con silencio


Lectura: 2 minutos.

Una amiga del Grupo Angeles de Amor; me envió este texto para reflexionar sobre el arte de meditar y sus efectos positivos.
"El silencio posee un poder curativo y le permite a uno vivir una nueva vida. Por generaciones, el silencio ha sido la técnica o disciplina que hace posible el despertar psíquico. Puede suministrar un sentimiento de reafirmación psicológica, de tal manera que nuestros pensamientos positivos, estados de ánimo, sentimientos y percepciones, aunque parezcan evasivos, aseguran un nivel de percepción energizante que resiste y permanece.
Jesucristo dice: "La venida del Reino de Dios no se producirá aparatosamente, ni se dirá: "Vedlo aquí o allá", porque, mirad, el Reino de Dios ya esta entre nosotros". (Lc17:20-21).
"He encontrado --dice el filósofo y matematico, Blaise Pascal-- que todo el mal humano procede de su incapacidad para permanecer callado en su habitación".
Es necesario escuchar el corazón y el cuerpo, para saber qué pasa realmente dentro de uno. Es necesario entregar nuestra vida aceptando de manera total el dolor y la alegría, para enfrentar lo negativo y lo positivo. Esta vigilancia es esencial si queremos encontrar beneficios interiores en el silencio.
Seng-Ts'an, maestro del Zen del siglo XVII, afirmaba: "Cuando nos esforzamos por estar quietos al dejar de actuar, la quietud que se alcanza está siempre en movimiento".
La práctica de la quietud es el ejercicio del "no hacer", lo que es muy diferente al no hacer nada.

Es un ejercicio de entrega a Dios y una disciplina de la entrega. En todas las cosas vemos la mano de Dios sin olvidar que la mano del maestro es la nuestra. Esta práctica ofrece el espacio para crecer en unidad, alimenta nuestro espíritu y anima el corazón, a partir del momento que sea, a iniciar nuestro diario destino.
En términos de energía, el pensamiento occidental ha asumido que la energía psíquica se genera dentro y se limita a la mente y cuerpo humanos.
Por el contrario, el pensamiento oriental plantea la existencia de una energía universal que se manifiesta no sólo en la mentalidad y espiritualidad del individuo, sino también en la actividad física de toda la creación.
Esta energía recibe una variedad de nombres y significados en diferentes escuelas de pensamiento; sin embargo, están de acuerdo en muchos puntos. En chino, la verdadera energía es llamada chi; en japonés, ki; en sánscrito, sakti o kundalini.
En el pensamiento cristiano, nuestra energía interior se basa en la creencia firme de haber sido creados a imagen y semejanza de Dios. El nos ama, nos protege y nos guía por medio de la gracia del Espíritu Santo.
El despertar de nuestra energía exige la completa cooperación del silencio y del trabajo, de la observancia de la ley del perdón y el olvido; exige amar y aceptar a nuestros hermanos así como amarnos y aceptanos a nosotros mismos: Nos unimos a Dios en Cristo y nos identificamos con El.
Según la ciencia médica, este sinergismo implica la combinación de la beneficiosa acción de cada órgano para mantener el cuerpo sano y saludable. De ahí el axioma: "El efecto total es más grande que la suma de los efectos tomados independientemente".
Abba Isidore de Pelussia, quien se entrenó en la práctica del silencio, decía: "Vivir sin hablar es mejor que hablar sin vivir. Porque en el primer caso, quien vive honestamente hace el bien, incluso cuando guarda silencio; pero en el segundo, no hace bien ni hablando. Cuando las palabras y la vida no corresponden, ellos representan toda la filosofía.
Abba Poemen tambien afirmaba "Un hombre puede parecer estar en silencio, pero si su corazón condena a otros, él es un hablador. Sin embargo, puede haber otro que habla durante el día y en la noche y a pesar de ello, él guarda verdadero silencio; es decir, no dice nada que no sea provechoso".

La energía interior despierta una sensación de bienestar que mejor se manifiesta en la felicidad, simple, pura, completa y universal.
El verdadero gozo emerge de bien adentro y jamás cesa, no importa lo que suceda. Es el eco de la vida de Dios dentro de nosotros.
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