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Pasamos en una vida, ochenta años sin darnos cuenta a tiempo de lo que realmente es importante en ella. Quizás nos llevará reflexionarlo sólo ocho minutos.
También podemos perder una familia en ocho minutos por una ambición de riqueza que se desvanece en ese mismo tiempo, mientras perecemos ochenta y más años por el dolor que implica la pérdida de lo verdaderamente importante.
Cuenta la leyenda que una mujer pobre con su hijo en brazos, muy cansada pasaba por adelante de una cueva en una montaña.
Desde allí adentro, una dulce voz la invitó a ingresar y le dijo:
"Toma de aquí adentro todo lo que desees. Aprovecha la oportunidad. Cuando está puerta se cierre, jamás se volverá a abrir. Es tu oportunidad pero no te olvides de lo principal".
Ingresó con dudas, pero al verse frente a un fabuloso tesoro con arcones llenos de monedas de oro, brillantes de gran tamaño, y joyas de incalculable valor, no dudó un instante. El brillo del metal se reflejaba en sus ojos y velozmente dejó al bebé en el suelo, acomodó su delantal y pollera a modo de carretilla y cargó todo aquello sin dudarlo.
Aún sobrecargada, desea llevarse algo más, y una voz le recordó: "Tienes sólo 8 minutos" .
Atenta a ese mandato que era vital en la premisa impuesta, giró moderando su codicia en dirección a la salida y salió de la cueva con toda su riqueza.
Inmediatamente se cerró la puerta. Un silencio sepulcral invadió al mundo.
La riqueza se evaporó para ella de inmediato, cuanto percató que se olvidó a su hijo dentro de la caverna para siempre.
Quizás esto nos sirva para reflexionar sobre los valores y el costo de la vida.
Los valores de la vida están basados en obrar bien, desapegarse de los bienes materiales y entender la temporalidad de los bienes, su valor y reconocer lo realmente importante.
Si el costo de vida por obtener una satisfacción es mayor que el beneficio, volvamos a nuestros primeros años de estudio para replantearnos el mecanismo de la suma y resta.
Fuente: una amiga del Grupo Brainwavelab hizo este aporte. Autor anónimo.
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