11 de agosto de 2008

El tesoro escondido.


Lectura: 2 minutos


Había una vez en la ciudad de Cracovia, un anciano piadoso y solidario que se llamaba Izy. Durante varias noches, Izy soñó que viajaba a Praga y llegaba hasta un puente sobre un río; soñó que a un costado del río y debajo del puente se hallaba un frondoso árbol. Soñó que él mismo cavaba un pozo al lado del árbol y que de ese pozo sacaba un tesoro que le traía bienestar
y tranquilidad para toda su vida.


Al principio Izy no le dio importancia, pero después de repetirse el sueño durante varias semanas, interpretó que era un mensaje y decidió que él no podía desoír esta información que le llegaba de Dios o no se sabía de dónde, mientras dormía.

Así que, fiel a su intuición, cargó su mula para una larga travesía y partió hacia Praga.

Después de seis días de marcha, el anciano llegó a Praga y se dedicó a buscar, en las afueras de la ciudad, el puente sobre el río.

No había muchos ríos, ni muchos puentes. Así que rápidamente encontró el lugar que buscaba. Todo era igual que en su sueño: el río, el puente ya un costado del río, el árbol debajo del cual debía cavar.


Sólo había un detalle que en el sueño no había aparecido: el puente era custodiado día y noche por un soldado de la guardia imperial.

Izy no se animaba a cavar mientras estuviera allí el soldado, así que acampó cerca del puente y esperó. A la segunda noche el soldado empezó a sospechar de ese hombre cerca de su puente, así que se aproximó para interrogarlo.

El viejo no encontró razón para mentirle. Por eso le contó que venía viajando desde una ciudad muy lejana, porque había soñado que en Praga debajo de un puente como éste, había un tesoro enterrado.


El guardia empezó a reírse a carcajadas:

—Mira que has viajado mucho por una estupidez –le dijo el guardia—. Hace tres años que yo sueño todas las noches que en la ciudad de Cracovia, debajo de la cocina de la casa de un viejo loco, de nombre Izy, hay un tesoro enterrado. Ja...Ja!... mira si yo debiera irme a Cracovia para buscar a este Izy y cavar debajo de su cocinaaaaa... Ja... Ja... Ja!!.... Izy agradeció humildemente al guardia y regresó a su casa.


Al llegar, cavó un pozo debajo de su propia cocina y sacó el tesoro que siempre había estado allí enterrado.


¿Destino? ¿Casualidad?. El que no arriesga no gana. El convencimiento nos condiciona a perseverar. La historia la hacen los que ganan. El tesoro del puente es el dato que recibió a modo de llave. Es una señal. Le permite abrir la fortuna que muchas veces nunca vemos y está al alcance de nuestras manos. Afinemos nuestros sentidos. Las fortunas no siempre se encuentran en monedas de oro. A veces suelen estar con nosotros, solo que al no pesar pasan desapercibidas.


Fuente: Fundación Hastinapura


4 comentarios:

  1. Un mensaje lleno de optimismo.
    A veces uno está tan inmerso y preocupado por pequeñeces (enroscado en eso), que no se da cuenta que se amarga por tonteras. Que lo verdadero y reluciente está dentro, tapado quizás por esas trivialidades.

    Soy una de las afortunadas...

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  2. Marcela:
    estamos aquí para sacar con un suave paño el polvo que nubla los cristales . Perturbar la visión implica complicarnos la vida y ver figuras desdibujadas que no reflejan la realidad de nuestras vidas. Besos.

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  3. Querido Tendencia, que bello escrito y que increìble desenlace.
    Es muy cierto que muchas veces tenemos muchas llaves como pistas o bien como instrumentos para lograr la felicidad o ser mejores y sin embargo, no las vemos , porque no percibimos las pequeñas señales.
    Que diferente serìa todo, si pusièramos un poquito màs de atenciòn a esas pequeñas cosillas que marcan una diferencia tan grande.

    Un abrazo enorme querido amigo

    Agualuna

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  4. Agualuna:
    Hola amiga, me alegro que este relato nos sirva para estar atentos, solo eso. Y si tenemos épocas difíciles sacar provecho de esa circunstancia de aprendizaje y reencauzar las energías, barajar y dar de nuevo o como se lo llame.
    Un beso

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