Lectura: 1 minuto
Cuando hablamos de paciencia y a nosotros ..."se nos salió la cadena, los patitos no están en fila, no nos llega agua al tanque, se nos patina el embrague y enloquecemos con quienes nos rodean agrediendo personas y no intentando ayudar o mejorando el proceso", nos aparece en el inconsciente colectivo la imagen de un monje tibetano en posición de loto y eso no es para nosotros. El monje es paciente, yo no. Tengo ansiedad, apuro, cansancio. Él es torpe, incompetente, estúpido, tonto, infelíz, malo, etc.
Debemos actuar con paciencia ante los defectos y flaquezas de los demás, ya que nosotros tenemos, quizás, muchas más que entorpecen y hasta hacen sufrir a otros y no lo sabemos, por el sólo hecho que la gente es más respetuosa y paciente con nosotros. Se controlan midiendo lo que dicen y hacen eso sólo para evitar consecuencias desagradables en la relación que difícilmente tendría vuelta atrás.
Uno es educado con el prójimo porque lo es. Y no, porque el otro lo es.
No siempre las armas son las palabras. Pueden ser gestos, silencios, suspiros, miradas, sonrisas, tonos que atentan en forma agraviante contra cualquier idea, persona y sentimiento. No importan las jerarquías y los problemas personales, no justifican un accionar doloso.
En mis años dictando clases universitarias, (digo esto porque el instinto animal y destructivo perdura en nosotros), noté que es permanente la descalificación pública entre compañeros de estudio, trabajo, competencias deportivas. Y no me olvido nunca el ejemplo que aplicaba un colega frente a sus alumnos en estos casos:
Tomaba una hoja blanca impecable que mostraba al auditorio de ambos lados, como flotando con fragilidad. El clima se notaba tenso, y surgía un silencio entre el bullicio por risas e insultos propagados entre ellos.
¿Qué estará haciendo?, ¿Hará magia el profesor?.
No.
Simplemente le infería insultos a la hoja cada vez más incómodos, pesados y en cada uno de ellos, una descarga con su garra y la intención de hacerla un bollo pequeño. Su cara estaba desencajada. El papel desaparecía en su mano.
La gente no reía. Automáticamente el profesor comenzó en voz muy baja a pedir con frases dulces y mirándola, las disculpas a esa pobre hoja de papel, se retractaba ante ella, demostraba un gran arrepentimiento, sentido de culpa por lo que había hecho y de igual modo que antes, ante cada frase positiva con suma delicadeza, intentaba descomprimir la hoja para llevarla a su estado natural.
Imposible volver al inicio. Hay marcas, y el papel es básicamente inservible.
Créanme que el ejemplo dejaba en los alumnos, una huella mayor que la del quebrado papel.
Pruébenlo sólo con los niños, es un ejemplo concreto, kinestésico y dramático. Hagamos inversión a futuro.
No sea cosa que de hacerlo frente a algún adulto, y en tren de confiar, nos sorprendamos con su respuesta.
Dedicado a los espíritus pacientes y a PaperSome que trabaja con mucho amor y dedicación con sus papeles.
Tendencia, querido amigo, Papersome es el nombre de años de aprendizaje y crecimiento y de muchísimos procesos vividos.De inmadurez sin paciencia, de frustraciones y logros, de trabajo a conciencia, de búsqueda e inseguridades, de alegrías enormes. Pero por sobre todo, un ingrediente básico que me afianza , más aún cuando dos voces cálidas como la tuya y la de Marcela, me susurran la validez de mi opción.
ResponderEliminar¡Gracias!
Un beso
Patricia
Patricia: un beso para vos y los tuyos y muy buen fin de semana.
ResponderEliminarPara ustedes también,estamos de asado en el jardín...El próximo finde....Yupiiiiiiiiiii!!!!Chin Chinnnn...tralalaaaaa...
ResponderEliminarE imitando a famosa diva de la televisón Argentina, decimos:
ResponderEliminar"Uruguay! allá vamos!"
Un beso, querida amiga
La paciencia es un gran don y un gran logro para quien la adquiere, que lindo post como de costumbre me dejaste reflexionando, gracias mil y gracias por tus comentarios de aliento y paz que siempre me entregas,
ResponderEliminarun beso, feliz semana!
Es mi primera visita a tu blog, pero si tu me permites estaré mas seguido!
ResponderEliminarSaludos