28 de noviembre de 2008

Buenas y malas hierbas


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Hay una frase de Milton Erickson muy atinada que dice: "hay que contemplar las flores y pasar por alto las malas hierbas".

Sacar una frase de su contexto me parece que es un error. Tomarla como base para recrear nuevas visiones sobre una misma idea, me parece válido y hacia allí me dirijo.

Puede generar debate, pero de antemano aseguro no discriminar ninguna hierba. Ninguna.

Milton dice que no nos detengamos por aquellas cosas mal realizadas. Valoremos y disfrutemos lo bello. Nuestro tiempo es tan precioso como las flores. Disimulemos los errores, seamos positivos y podemos seguir en esta linea.

Todo es verdad y tan relativo como el encanto de lo hermoso. ¿Quién se encargaría del trabajo sucio?.

Quien concibe lo lindo es una tercera persona que por motivos culturales o de parámetros dudosamente estéticos, dice que es mejor que lo otro.

La riqueza de la variedad es lo que nos demuestra en su diversidad un infinita posibilidad de colores, sabores, formas, olores y texturas, por ende valoraciones. Sin unas no hay otras para medirlas, compararlas.

No ver el árbol me parece erróneo; tan erróneo como no saber ver el bosque.

¿O es que la delgadez de las musas de hoy, no ocupan el preciado lugar de aquellas modelos rebozantes de curvas que fueron el furor y la delicia de artistas plásticos y cultores del género de ese momento?.

¿Quién dictaminó lo up y lo down?. Seguramente un ser humano que se equivoca y aprende de sus errores, generando en el caso de las hierbas, agroquímicos que matan a unas especies y hacen más fuertes e inmunes a otras, como insectos que dentro del negocio de esa industria, nos aseguran esas diminutas criaturas que terminarán comiendo las buenas y malas hierbas en próximas temporadas.

¿Y si en vez de ser humildes espectadores, descubrimos que en nuestro jardín las hermosas flores conviven con lo desagradable como un acuerdo tácito de supervivencia contra insectos?.

¿Quién puede arrancar un yuyo y dejar la flor, con total seguridad que está haciendo lo correcto?. ¿O no son dos formas de vida que lucharon de igual modo desde un mismo terreno?.

La cultura nos lleva a matar hormigas desde chicos, porque somos grandes frente a ellas y tienen "mala prensa".

¿Y si le hicieran una campaña en contra de las dulces "Vaquitas de San Antonio", que además de traer suerte, tienen a un santo que las resguarda de por medio?.

Hace años tuve la oportunidad de ver una corrida de toros. Reconozco que el espectáculo para sus seguidores era imponente, pero dado el salvajismo imperante de los seres humanos y las reglas de juego hechas por comerciantes , a la hora de definir quienes eran las buenas y las malas hierbas, no le consultaron ni a mí ni al toro. Quisiera cambiar el libreto y no me dejan. Aseguro que el negocio seguiría funcionando hasta mejor.
Bastan estos ejemplos para seguir creciendo en la escala zoológica y llegar a la discriminación religiosa, racial, por nivel socioeconómico y cultural entre otros.

Mientras sigamos aplicando rótulos a las personas, nos generamos un alivio efímero, de superioridad y tranquilidad por el encasillamiento, con una descripción de la realidad que queda lejos de lo que en términos de justicia, ciertamente sucede.
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Ocho minutos de vida


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Pasamos en una vida, ochenta años sin darnos cuenta a tiempo de lo que realmente es importante en ella. Quizás nos llevará reflexionarlo sólo ocho minutos.

También podemos perder una familia en ocho minutos por una ambición de riqueza que se desvanece en ese mismo tiempo, mientras perecemos ochenta y más años por el dolor que implica la pérdida de lo verdaderamente importante.

Cuenta la leyenda que una mujer pobre con su hijo en brazos, muy cansada pasaba por adelante de una cueva en una montaña.

Desde allí adentro, una dulce voz la invitó a ingresar y le dijo:

"Toma de aquí adentro todo lo que desees. Aprovecha la oportunidad. Cuando está puerta se cierre, jamás se volverá a abrir. Es tu oportunidad pero no te olvides de lo principal".

Ingresó con dudas, pero al verse frente a un fabuloso tesoro con arcones llenos de monedas de oro, brillantes de gran tamaño, y joyas de incalculable valor, no dudó un instante. El brillo del metal se reflejaba en sus ojos y velozmente dejó al bebé en el suelo, acomodó su delantal y pollera a modo de carretilla y cargó todo aquello sin dudarlo.

Aún sobrecargada, desea llevarse algo más, y una voz le recordó: "Tienes sólo 8 minutos" .
Atenta a ese mandato que era vital en la premisa impuesta, giró moderando su codicia en dirección a la salida y salió de la cueva con toda su riqueza.
Inmediatamente se cerró la puerta. Un silencio sepulcral invadió al mundo.

La riqueza se evaporó para ella de inmediato, cuanto percató que se olvidó a su hijo dentro de la caverna para siempre.

Quizás esto nos sirva para reflexionar sobre los valores y el costo de la vida.

Los valores de la vida están basados en obrar bien, desapegarse de los bienes materiales y entender la temporalidad de los bienes, su valor y reconocer lo realmente importante.

Si el costo de vida por obtener una satisfacción es mayor que el beneficio, volvamos a nuestros primeros años de estudio para replantearnos el mecanismo de la suma y resta.

Fuente: una amiga del Grupo Brainwavelab hizo este aporte. Autor anónimo.







25 de noviembre de 2008

El picante no pica


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Mis amigos de Hastinapura, me enviaron un cuento hindú que nos invita a la reflexión.
El ser humano es el único animal que comete el mismo error dos y
más veces. Sigue participando estúpidamente para sufrir y hacer daño.
Cuántas veces en una relación de pareja de años frente a determinados temas que fueron motivo de debate en anteriores ocasiones, se vuelven a repetir los mismos mecanismos con idénticos argumentos hacia el mismo tema, e indefectiblemente saben que saldrán apedreados de cuerpo y alma. Nadie los desactiva. El deporte es el castigo y la flagelación.
El inconsciente nos juega malas pasadas. No reflexionamos lo suficiente sobre qué es lo realmente importante para ese momento, para nuestras vidas.
Por más gimnasia que tengamos en esto, seguir intoxicándose con el veneno que uno elige, hace que no haya cuerpo que resista.

Dicen que Sheikh Nasrudín había visitado la India. Al andar por la ciudad de Delhi, fue a un mercado de frutas y verduras.
Se dió cuenta que mucha gente estaba comprando coloridos chilis (ajíes muy picantes).
En la India, la gente es muy aficionada a los chilis, pero los usan en pequeñas cantidades.
Nasrudín pensó que deberían ser una golosina, así que compró dos kilos y se sentó bajo un árbol para comérselos.
Al masticar el primer chili, la boca se le empezó a quemar y sus ojos y nariz empezaron a llorar y gotear. Gimió y abanicó su boca y luego empezó a masticar otro chile, pensando que éste tendría mejor sabor. Prosiguió de esta manera comiendo chili tras chili, sufriendo y esperando que el próximo tuviese mejor sabor que el anterior.
Nosotros somos como Nasrudín. Todos estamos comiendo chiles con la esperanza de que el chile que comamos mañana, o si no éste, ciertamente el que comamos al día siguiente, tenga mejor sabor. Continuamos ofreciéndonos unos a otros los mismos chiles, esperando que algún día, en algún lugar, empiecen a tener un sabor dulce. Pero el hecho es que ahora mismo nuestras bocas se están quemando, nuestros ojos están llorando y nuestras narices se están escurriendo.

Mientras Nasrudín estaba masticando sus chilis valientemente, un hombre que le había estado observando se acercó a él y le preguntó qué estaba haciendo. “Vi un montón de gente comprando esta golosina, así que yo también compré y empecé a comérmelos”, le explicó Nasrudín.
El hombre le dijo: “Mira, éstos son chili. Hay que comerlos en pequeñas cantidades”. Nasrudín asintió con la cabeza y siguió comiendo. El hombre se asombró. “Ahora que sabes lo que son -dijo-, ¿Por qué no dejas de comerlos?”
“Pues -dijo Nasrudín-, he comprado estos chilis y tengo que consumirlos. Ya no estoy comiendo chiles. ¡Me estoy comiendo mi dinero!”

Así vivimos nuestras vidas. Hemos comprado nuestros problemas y aún cuando los encontramos bastante agrios, tenemos que seguir comiéndolos porque hemos hecho la inversión. Continuamos buscando más diversión, más entretenimientos, más amigos amorosos, más riqueza, más fama. Pero, ¿nos trae alguna de estas cosas verdadera felicidad, o nos traen sólo sequedad y acaloramiento? ¿Qué estamos consiguiendo realmente en nuestra búsqueda de la satisfacción?

Cuentos del Mula Nashrudin


22 de noviembre de 2008

El éxito de los perezosos


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Un manual descontracturado sobre la felicidad y el trabajo que recomiendo, es "El éxito de lo perezosos" de Ernie Zelinski.

Plantea algunos interrogantes que todos nos hacemos, y que por medio de su propia experiencia y la de personajes de renombre, intenta dar a luz las múltiples salidas que tenemos a nuestro alcance a partir de ser más creativos y tener sentido de oportunidad en nuestras vidas.

A pesar de las crisis y el acelere cotidiano, asegura que se puede bajar el ritmo, trabajar menos y poder ser felíz. En este camino hacia el éxito y la paz espiritual, nada nos impide seguir siendo o lograr ser más productivos.

Solemos venir condicionados con algunos paradigmas familiares que hacen referencia al perfíl actitudinal del trabajador que hoy no corren en nuestros tiempos.

Los hay del tipo... "Al que madruga Dios lo ayuda", "Hay que transpirar la camiseta" y otros tantos sobre la relación costo-beneficio para nuestro bien.

Este libro rompe el molde. Sabemos que en este nuevo mercado laboral de servicios, se necesitan nuevas competencias y la matería gris juega un papel protagónico para ser distintos. Todos.

Algunos aspectos a tener presentes de esta obra encarada con mucho humor y sentido común:

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1) Trabajar menos y pensar más.

2) Concentrarse en lo importante y dejar casi de lado todo lo demás.

3) Olvidarse de la seguridad y fijarse en la oportunidad.


4) Dedicarse al ocio creativo.


5) Situar al dinero en su justo lugar.


6) Dedicarse más a simplificarse la vida que a complicársela.


7) Vivir la vida en los términos de uno y no del resto.
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Entre frases. Einstein, Madre Teresa y otros


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Mis frases del día...


"La belleza no mira. Sólo es mirada". A. Einstein

"Cuando no puedas correr, camina. Cuando no puedas caminar usa bastón, pero nunca te detengas". T. de Calcuta

"La única batalla que se pierde es la que se abandona". D. Ikeda

"Son las decisiones y no las circunstancias, las que determinan nuestro destino". D. Ikeda

"Ojo por ojo y todos nos quedaremos ciegos". M. Gandhi

"Si juzgas a las personas no tendrás tiempo para amarlas". J.L. Borges

"El egoismo es exigir que otros hagan lo que tú quieres". A. de Mello

"Poned atención. Un corazón solitario no es un corazón". A. Machado

"Lo que se obtiene con violencia, sólo se puede mantener con violencia". M. Gandhi
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